Los padres vacilan a menudo ante la compra de un hamster, con el agrumento de que en dos años estará muerto y habrá grandes llantos. Esas expresiones evidencian falta de reflexión porque siempre hay grandes llantos cuando muere cualquier animal perteneciente a un niño, lo mismo si es un hamster de dos años que un perro de catorce. Pienso que los padres con este punto de vista eluden la responsabilidad de hablarle al niño sobre la muerte.
Cuando muere un animal doméstico es posible explcarle al niño más sencillamente que la vida no es eterna (...).
(...) se puede comprobar que la vida del hámster, tan corta para nosotros, para el animal es una vida plena y, si está bien alimentado, también muy satisfactoria. Disfrutar intensamente de un animal doméstico significa poder participar en su vida natural y no forzarlo por todos los medios a llevar una forma de vida humana; el animal debe ser un invitado en nuestro hogar y no un esclavo para nuestra diversión.
Michael Mettler, El nuevo libro de los hámsters dorado y enano
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